Evangelio del Domingo, 25 de junio de 2017
Hay gente que va por la vida llena de miedos y angustias. Otros, en cambio, lo hacen serenos y tranquilos. Quizás los segundos no tienen menos dificultades que los primeros. Puede suceder que las tengan incluso mayores. ¿A qué se debe una reacción tan diferente? Puede ocurrir que los que van llenos de miedos y angustias tengan un status sicológico averiado, en cuyo supuesto lo oportuno es que se vayan al médico para que les aplique un tratamiento eficaz.
Sin embargo, las más de las veces no es la sicología lo que está de por medio sino la falta de fe en Dios, en su providencia amorosa, en su amor de Padre. Van por el mundo sin rumbo y sin apoyo. Solos y contando con sus propias fuerzas. ¿Cómo no angustiarse ante la muerte? ¿Cómo no tener miedo a perder el trabajo, a contraer enfermedades, a la llegada inexorable de la vejez?
En cambio, si nos tomamos en serio lo que dice el evangelio de este domingo, no perderemos la paz ni caeremos en la angustia. En efecto, dicho evangelio nos dice estas consoladoras palabras: «Dos pajarillos se venden por unos céntimos. Con todo ni uno solo cae al suelo sin que lo permita mi Padre», Dios cuida de ellos. Y añade: «En cuanto a vosotros, hasta los pelos de vuestra cabeza están contados». No es, por tanto, cuestión de pastillas tranquilizantes ni de dietas de relajación ni de cosas por el estilo.
Lo que importa es fiarse de Dios, saber que Dios es nuestro Padre y cuida de nosotros con amor. Ese cuidado es continuo, desde que nacemos hasta que morimos, cuando somos jóvenes y cuando somos mayores, en las circunstancias favorables y en las adversas. ¡Siempre! ¿Quiere decir esto que todo nos va a resultar fácil y hasta redondo? No. Lo que quiere decir es que si las cosas se ponen tan cuesta arriba que debamos jugarnos la vida por ser fieles, Dios estará a nuestro lado para que demos la vida por él. Es una pena que tantos cristianos vivan creyendo en un Dios que no se preocupa de ellos, en vez de creer en el Dios que nos ha revelado Jesucristo:
Un Dios que es nuestro Padre y cuida de nosotros como un Padre ¡Cómo cambiaría su vida si aceptasen este Dios!
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,26-33):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»