Evangelio del Domingo, 21 de mayo de 2017
Sigue la despedida de Jesús a sus discípulos en la Última Cena. Pero sus palabras son hoy, si cabe, todavía más íntimas y testamentarias: Me voy, pero “volveré”. Me voy, pero no “no os dejaré desamparados”. Me voy, pero no me desentenderé de vosotros, pues “pediré al Padre que os dé otro Consolador que esté siempre con vosotros”. Jesús conoce muy bien la debilidad de sus discípulos, su torpeza para comprender su mensaje, su incapacidad para cumplir la misión que les encomendará una vez que haya Resucitado y la sensación de orfandad y soledad que sentirán tras su muerte en la Cruz. Pero sabe que, en los planes de Dios, serán ellos, quienes, a pesar de todos los pesares, atestiguarán su Resurrección y su triunfo a lo largo y ancho de la tierra.
No puede evitar la separación, porque dejaría incumplido el designio salvador del Padre que ha condicionado su glorificación a la humillación y a la muerte. Pero hará cuanto esté en su mano para irse y quedarse, para separarse y volver a encontrarse. Incluso con una presencia más eficaz y consoladora. Esta nueva presencia será tan maravillosa que, además de la suya, incluirá la del Espíritu Santo y la del Padre. “Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros”.
Ese “otro Consolador” será el Espíritu Santo, fruto de su Cruz y de su Muerte. Él les hará entender hasta el fondo las experiencias y palabras que han compartido a lo largo de sus tres años de convivencia. Más aún, les capacitará para que sean testigos de ellas ante todos los hombres de todas las razas y lenguas. Gracias a la presencia y acción de ese “otro Consolador”, aceptarán sus mandatos, los cumplirán y le amarán. La consecuencia última será que les “amará mi Padre”. Ahora somos nosotros los destinatarios de este consolador mensaje, porque nosotros somos sus discípulos y testigos. Somos tan débiles e impotentes como los primeros. Pero no menos afortunados, porque hemos recibido el mismo Espíritu en el Bautismo y en la Confirmación. Con él, seguiremos anunciando la Persona, obra y doctrina de Jesús en nuestros ambientes.
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,15-21):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».