Evangelio del domingo, 5 de mayo de 2024
Sí, estamos aquí para alabar al Señor, y lo hacemos reafirmando nuestra voluntad de ser instrumentos suyos, para que alaben a Dios no sólo algunos pueblos, sino todos. Con la misma parresia de Pablo y Bernabé, queremos anunciar el Evangelio a nuestros jóvenes para que encuentren a Cristo y se conviertan en constructores de un mundo más fraterno. En este sentido, quisiera reflexionar con ustedes sobre tres aspectos de nuestra vocación: llamados por Dios, llamados a anunciar el Evangelio, llamados a promover la cultura del encuentro.
Llamados por Dios. Creo que es importante reavivar siempre en nosotros este hecho, que a menudo damos por descontado entre tantos compromisos cotidianos: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes”, dice Jesús. Es un caminar de nuevo hasta la fuente de nuestra llamada […]
Le pedimos a María que nos enseñe a encontrarnos cada día con Jesús. Y, cuando nos hacemos los distraídos, que tenemos muchas cosas, y el sagrario queda abandonado, que nos lleve de la mano. Pidámoselo. Mira, Madre, cuando ande medio así, por otro lado, llévame de la mano. Que nos empuje a salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas que están en la periferia, que tienen sed de Dios y no hay quien se lo anuncie. Que no nos eche de casa, pero que nos empuje a salir de casa. Y así que seamos discípulos del Señor. Que Ella nos conceda a todos esta gracia.»
Homilía de S.S. Francisco, 27 de julio de 2013
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor