Evangelio del Domingo, 8 de Noviembre de 2015
Estamos en el Templo de Jerusalén. En concreto, cerca de donde la gente echa sus limosnas para el culto. Jesús está tan cerca, que puede ver lo que va echando cada uno de los que entran. Como suele ocurrir -aunque es una regla que tiene muchas excepciones-, los ricos echan mucho y los pobres poco. Jesús no hace ningún comentario de lo que está viendo. De pronto pasa una viuda y él observa que deposita una cantidad ridícula: el equivalente a menos de la cuarta parte de un euro nuestro.
No puede menos de hacer un comentario, que es una monumental alabanza de la viejita. Y así se lo dice a sus discípulos, para darles una lección de cara a su futuro ministerio en la Iglesia: "Os aseguro que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie". Y les da esta escueta y convincente razón: "Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir". Jesús no mide por las apariencias de "mucho" y "poco" sino que emplea otro criterio de evaluación: "lo que sobra" y "todo lo que se tiene y es imprescindible para vivir".
Nosotros no tendemos espontáneamente a aplicar este criterio sino que nos quedamos con frecuencia en la superficialidad de las cosas. Juzgamos por lo que uno hace o deja de hacer sin meternos en el fondo de la cuestión: si el que hace "mucho" hace todo lo que debe y lo hace por Dios o buscándose a sí mismo y si el que hace poco hace lo que Dios quiere y como Dios quiere. Con esa misma superficialidad nos decimos ante una eventual necesidad que reclama nuestra solidaridad: yo no puedo ayudar, porque no tengo tiempo ni cualidades ni dinero ni talento.
De verdad que no tenemos nada de nada o es, más bien, que teneos demasiado egoísmo y excesiva pereza? No nos engañemos: todos podemos hacer pequeños gestos de solidaridad, pequeños dones, pequeñas limosnas, pequeños regalos de tiempo. Sobre todo, todos podemos darnos a nosotros mismos. Aunque no valgamos más que la limosna de la pobre viuda de hoy.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,38-44):
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»