Evangelio del domingo, 19 de septiembre de 2021

Puedes ver la misa del sábado tarde aquí:

A los discípulos de Jesús no les entraba en la cabeza el que su Maestro tuviera que pasar por el túnel del sufrimiento, que para ser el primero se tenga que ser el servidor de todos, que en las nuevas categorías del Reino de Cristo el niño ocupe un lugar primordial. No era fácil para ellos dejar la concepción en la que se habían educado desde su infancia. Pero para ser discípulos de Cristo tenían que cambiar. Debían aceptar que el sufrimiento es camino de redención para Jesucristo, y lo sigue siendo para los cristianos de hoy.

La cultura en la que vivimos y la mentalidad de nuestros contemporáneos está hecha al cambio. Se cambia más fácilmente que antes de trabajo, de computadora, de coche, de casa, de país... Se cambian también los modos de pensar y vivir, los valores de comportamiento, y hasta la misma religión.

El cambio está a la orden del día, y quien no cambia, pronto pasa a formar parte de los retros. Pero, ¡claro!, no todo cambio es bueno para el hombre. Ni todo cambio indica progreso. Hay cambios que son una desgracia, como el tener que dejar el país y la familia para buscar trabajo. El cambio al que la liturgia nos invita es el cambio desde Dios. Es decir, aquel cambio que Dios quiere y espera del hombre para que sea más hombre, para que viva mejor y más plenamente su dignidad humana. El cambio que Dios quiere es el de la injusticia a la justicia, del abuso al servicio de los demás, de la infidelidad a la fidelidad, del odio al amor, de la venganza al perdón, de la cultura de muerte a la cultura de la vida, del pecado a la gracia y a la santidad.

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Donato Miguel Gómez Arce jura su cargo como vicario judicial de la diócesis

El pasado 13 de septiembre, nuestro párroco de la Sagrada Familia, juró su cargo como vicario judicial de la diócesis.

Donato ha trabajado durante los últimos veintitrés años en el Tribunal diocesano, como notario y como vicario judicial adjunto. Donato asume su nombramiento con responsabilidad y gratitud. «Es un verdadero compromiso apostar por los más débiles y sufrientes dentro del ámbito familiar».

Desde aquí le felicitamos y rogamos por Donato para que ejerza con responsabilidad su cargo al servicio de Dios y de la comunidad.

El arzobispo de Burgos, nombra a Donato Miguel Gómez Arce nuevo vicario judicial

El arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, ha hecho público el nombramiento como nuevo vicario judicial a nuestro párroco.

D. Donato-Miguel Gómez Arce ha trabajado durante los últimos veintitrés años en el Tribunal diocesano, como notario y como vicario judicial adjunto. Y desde el próximo lunes 13 de septiembre será nombrado nuevo vicario judicial. Asumirá sus funciones en sustitución de quien ha ocupado el cargo hasta la fecha, Pablo González Cámara, que ha presentado su renuncia por motivos de edad.

El vicario judicial ejerce la potestad judicial en nombre del obispo. Su misión más conocida es la de juzgar en los procesos de nulidad matrimonial, pero actúa también como juez en otro tipo de procesos. Además, asesora de manera directa al obispo en cuestiones técnicas de Derecho canónico.

El nuevo vicario judicial asume su nombramiento con responsabilidad y gratitud, ya que es un verdadero «compromiso de apostar por los más débiles y sufrientes, dentro del ámbito familiar». También lo considera una apuesta por acercar a las personas a la justicia, a la misericordia, a la comprensión, pero sobre todo al Señor, para que él pueda sanar sus heridas.

Si alguno quiere venir en pos de mí (…) tome su cruz y sígame

Hoy día nos encontramos con situaciones similares a la descrita en este pasaje evangélico. Si, ahora mismo, Dios nos preguntara «¿quién dicen los hombres que soy yo?» (Mc 8,27), tendríamos que informarle acerca de todo tipo de respuestas, incluso pintorescas. Bastaría con echar una ojeada a lo que se ventila y airea en los más variados medios de comunicación. Sólo que… ya han pasado más de veinte siglos de “tiempo de la Iglesia”. Después de tantos años, nos dolemos y —con santa Faustina— nos quejamos ante Jesús: «¿Por qué es tan pequeño el número de los que Te conocen?».

Jesús, en aquella ocasión de la confesión de fe hecha por Simón Pedro, «les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él» (Mc 8,30). Su condición mesiánica debía ser transmitida al pueblo judío con una pedagogía progresiva. Más tarde llegaría el momento cumbre en que Jesucristo declararía —de una vez para siempre— que Él era el Mesías: «Yo soy» (Lc 22,70). Desde entonces, ya no hay excusa para no declararle ni reconocerle como el Hijo de Dios venido al mundo por nuestra salvación. Más aun: todos los bautizados tenemos ese gozoso deber “sacerdotal” de predicar el Evangelio por todo el mundo y a toda criatura (cf. Mc 16,15). Esta llamada a la predicación de la Buena Nueva es tanto más urgente si tenemos en cuenta que acerca de Él se siguen profiriendo todo tipo de opiniones equivocadas, incluso blasfemas.

Pero el anuncio de su mesianidad y del advenimiento de su Reino pasa por la Cruz. En efecto, Jesucristo «comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho» (Mc 8,31), y el Catecismo nos recuerda que «la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios» (n. 769). He aquí, pues, el camino para seguir a Cristo y darlo a conocer: «Si alguno quiere venir en pos de mí (…) tome su cruz y sígame» (Mc 8,34).

Recomenzar desde Jesús, en esperanza y servicio

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Tras tantos meses sombríos de pandemia que ha generado tanto sufrimiento, escuchamos la voz del Señor Resucitado invitándonos a empezar de nuevo. Comienza un nuevo curso pastoral, un nuevo tiempo de esperanza y servicio. «Incluso de los escombros de nuestro corazón, Dios puede construir una obra de arte; aun de los restos arruinados de nuestra humanidad, Dios prepara una nueva historia». Estas palabras, pronunciadas por el Papa Francisco durante la Vigilia Pascual que presidió este año en el altar de la cátedra de la Basílica Vaticana, resuenan con intensidad en mi corazón. Y es que el Señor nos precede siempre, aunque tantas y tantas veces nos cueste ver la luz cuando las tinieblas nos rodean.

Durante toda mi vida, he experimentado cómo detrás de la lluvia y del desgarrado Viernes Santo, la vida vuelve a florecer. Siempre. Porque la Resurrección llega, y el Resucitado atraviesa la luz sepultada del sinsentido para asombrarnos con su gracia en la cotidianeidad del día a día. Porque detrás del silencio doliente de la cruz, del sepulcro vacío y del miedo que enardece un nuevo amanecer, la esperanza vuelve a renacer.

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Parroquia Sagrada Familia