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Compartir un futuro de esperanza y de paz

28/09/2025

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

Hoy queremos celebrar la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. El Papa Francisco escogió el tema Migrantes, misioneros de esperanza para hacer presente el valor y la perseverancia de nuestros hermanos a la luz del Año Jubilar que estamos celebrando.

«Ante las teorías de devastación global y escenarios aterradores, es importante que crezca en el corazón de la mayoría el deseo de esperar un futuro de dignidad y paz para todos los seres humanos», destaca el Papa León XIV en su carta para esta jornada. Esta conexión entre migración y esperanza, recuerda el Santo Padre, «se manifiesta claramente en muchas de las experiencias migratorias de nuestros días».

En la provincia de Burgos, el fenómeno migratorio está viviendo un fuerte incremento de nuevas llegadas. En muchas de las cifras estamos en máximos históricos, superando las recogidas en la primera década de este siglo, cuando Burgos (y España en general) se convirtió, casi de repente, en tierra acogedora de grandes migraciones. Por eso, quisiera, a través de esta carta, que todos preparásemos el corazón para celebrar este encuentro que hará germinar la esperanza en quienes en medio de las muchas dificultades que, desgraciadamente, se ven obligados a atravesar, llegan a nuestra tierra en busca de un futuro en paz.

Los migrantes y refugiados desean encontrar posibilidades para arraigar una vida digna, más allá de la tierra que les vio nacer y que les niega la oportunidad de salir de la pobreza y la exclusión, cuando no del hambre, la violencia o la guerra. Su fe, siempre puesta a prueba, nos enseña a confiar contra todo desaliento, a sembrar anhelos de Dios en comunidades locales, a poner a prueba la fortaleza y el coraje para afrontar dificultades y penurias, a vivir en la esperanza de que los corazones abiertos les ayuden a reiniciar una vida nueva.

Celebramos la esperanza de recibir nuevas oportunidades más allá de las fronteras, «la que lleva a los migrantes a confiarse completamente a Dios», señala la nota emitida por la Santa Sede. Los migrantes «recuerdan a la Iglesia el objetivo último de la peregrinación terrena, la conquista de la patria futura».

El Santo Padre, en un discurso pronunciado el pasado mes de mayo ante los representantes del cuerpo diplomático, instó a defender la dignidad de los migrantes, que «es siempre la misma: la de una criatura querida y amada por Dios». Ante los representantes de los 184 países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas, el Papa León señaló que «en el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas».

En un mundo oscurecido por guerras e injusticias, debemos empeñarnos en construir sociedades fraternas y pacíficas que trabajen por un futuro de progreso y esperanza, que pongan su horizonte en el Cielo. Nuestra tierra puede acompasarse al ritmo del latido de Dios promocionando la dignidad de toda persona, cuidando del hambriento, del sediento, del forastero, del desnudo, del enfermo y del preso, como nos dice Jesús en el Evangelio de San Mateo, ante el recuerdo del juicio universal al final de los tiempos (cf. Mt 25, 31-46). Por tanto, debemos promover una cultura del encuentro, que sea compasiva y misericordiosa.

Los migrantes y los refugiados «recuerdan a la Iglesia su dimensión peregrina, perpetuamente orientada a alcanzar la patria definitiva, sostenida por una esperanza que es virtud teologal», destaca el Papa León en su carta para esta campaña. Y continúa diciendo: «Los migrantes y refugiados católicos pueden convertirse hoy en misioneros de esperanza en los países que los acogen, llevando adelante nuevos caminos de fe». Ciertamente, la fe de muchas comunidades parroquiales se ve notablemente fortalecida y rejuvenecida por estos hermanos que viven con pasión la vida de Jesucristo que ha arraigado en sus corazones.

Que María, Madre y consuelo de los migrantes y refugiados, nos ayude a estar cerca de ellos, con gestos concretos de fraternidad.

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.