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El Resplandor de la Resurrección llena Burgos de luz y esperanza en el Domingo de Pascua

20/04/2025
La Cofradía de Cristo Resucitado de la parroquia Sagrada Familia protagoniza con fervor el encuentro de Jesús Resucitado con la Virgen de la Alegría, en una jornada marcada por la emoción, la luz y una gran participación de fieles.

Después de una Semana Santa marcada por la lluvia y el frío, la mañana del Domingo de Resurrección amaneció con un rayo de luz en Burgos, que permitió vivir con esplendor el Anuncio Pascual y el esperado encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría en la plaza de Santa María. Pasada la una del mediodía, y ante una gran multitud de fieles y turistas, las imágenes se fundieron en una escena de emoción, aplausos y lluvia de pétalos que puso broche de oro a la Semana Santa burgalesa.

La Cofradía de Cristo Resucitado de la parroquia Sagrada Familia tuvo un papel esencial en esta jornada, acompañando al paso del Señor Resucitado en su salida procesional desde su templo, encabezada por dos ángeles con carteles que proclamaban con júbilo: “¡Aleluya! ¡Resucitó!”.

La eucaristía fue presidida por el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta, quien en su homilía proclamó con firmeza el mensaje central del día: «El Señor ha resucitado no solo para sí mismo, sino para nosotros». En sus palabras, destacó que el triunfo de Cristo sobre la muerte trae luz donde hay oscuridad, amor donde hay soledad, y esperanza allí donde reina el miedo.

Concelebraron junto al arzobispo el arzobispo emérito de Burgos, Mons. Fidel Herráez Vegas, y el párroco de la Sagrada Familia, Donato Miguel Gómez Arce, entre otros. La ceremonia contó con la participación activa de los fieles, y fue enaltecida por la música del órgano y la Coral Santa María la Mayor, mientras que fuera, la Virgen de la Alegría recorría las calles desde la parroquia de San Nicolás, acompañada por su cofradía, que se prepara para conmemorar su 300º aniversario en 2026.

El esperado encuentro tuvo lugar con solemnidad: la apertura de la puerta central de la Catedral, el repique de campanas, el acercamiento pausado de Cristo Resucitado hacia su Madre, y el estallido de júbilo popular al unirse ambas imágenes. Desde allí, la procesión continuó hasta la plaza del Rey San Fernando, donde danzas tradicionales, música de dulzaina y caja, y otra lluvia de pétalos acompañaron el ambiente festivo.

El arzobispo concluyó la misa impartiendo la bendición apostólica con indulgencia plenaria, subrayando que esta fiesta «es para toda la humanidad», una invitación a llevar la luz del Resucitado a todos los rincones donde aún hay sombra, y un testimonio de que la Pascua, vivida con fe, puede transformar la oscuridad del mundo en resplandor de vida.