Domund 2019

La Iglesia siempre, pero con una especial urgencia en nuestro tiempo, está abocada a asumir con generosidad la tarea de la evangelización. Y sois los jóvenes quienes tomáis el testigo para hacerlo posible a partir de ahora.
Los cristianos debemos dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza, construyendo nuestra vida sobre la base firme que encontramos en el Evangelio de Cristo. Para ello, resulta particularmente importante que nos paremos a contemplar el lugar que ocupa el bautismo como fundamento en los sacramentos de la vida cristiana y de la misión de la Iglesia.
Pablo, el llamado Apóstol de los Gentiles, es decir, de aquellos que nunca habían oído hablar del Dios de Israel, comenzó su predicación y su vida misionera después de su bautismo. Vamos a acercarnos a su figura, la cual se actualiza en cada cristiano convertido a Cristo, que, tanto ayer como hoy, está llamado y enviado, por el hecho de ser bautizado, a la misión de anunciar la Buena Noticia de Dios.

Oración del Mes Misionero Extraordinario

Padre nuestro,
tu Hijo Unigénito Jesucristo
resucitado de entre los muertos
encomendó a sus discípulos el mandato de
"id y haced discípulos a todas las gentes".

Tú nos recuerdas que a través de nuestro bautismo
somos partícipes de la misión de la Iglesia.

Por los dones de tu Santo Espíritu, concédeno
la gracia de ser testigos del Evangelio,
valientes y tenaces,
para que la misión encomendada a la Iglesia,
que aún está lejos de ser completada,
pueda encontrar manifestaciones nuevas y eficaces
que traigan vida y luz al mundo.

Ayúdanos a hacer que todos los pueblos
puedan experimentar el amor salvífico
y la misericordia de Jesucristo,
Él que es Dios y vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.

Amén

«Amigos fuertes de Dios»

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

Siguiendo el calendario litúrgico, nos encontraremos la próxima semana con una fiesta que como tal no está señalada en rojo, pero que para nosotros es una fiesta especial. Es la fiesta de nuestra gran Santa castellana, Teresa de Jesús. Por eso, hoy quiero acercarme a ella para traerla al momento presente y compartir con vosotros, aunque sea brevemente, alguna reflexión.

Nació en Ávila, como sabéis, el 28 de marzo de 1515 y murió en Alba de Tormes (Salamanca) el 4 de octubre de 1582. Quiero recordar que en esta querida ciudad de Burgos realizó su última fundación (1582). Hay un texto en el libro de las Fundaciones (31,11) donde la Santa relata que estaba encomendando lo de Burgos al Señor porque siendo un sitio frío, y los fríos tan contrarios a sus enfermedades, ir allí le parecía una temeridad. Entonces le dijo el Señor estas palabras: «No hagas caso de esos fríos, que Yo soy la verdadera calor. El demonio pone todas sus fuerzas por impedir aquella fundación; ponlas tú de mi parte porque se haga, y no dejes de ir en persona, que se hará gran provecho». Y Santa Teresa vino a Burgos; y tuvimos la suerte de tener aquí uno de sus conventos, para gloria de Dios y provecho de los burgaleses como le dijo el Señor.

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Evangelio del domingo, 13 de octubre de 2019

Ser leproso en tiempo de Jesús era tanto como estar muerto en vida. Los leprosos, en efecto, eran expulsados de su familia, del lugar donde habitaban y de los centros religiosos. Vivían en el campo y, si alguien se acercaba, tenían que gritar: “apestado”. El evangelio de este domingo nos presenta un grupo de diez leprosos: nueve judíos y un samaritano. Al enterarse de que Jesús venía hacia un pueblo, se aproximaron y a grandes voces gritaron: “Jesús, ten compasión de nosotros”. Jesús sólo les dijo: “Id a los sacerdotes”. Ir a los sacerdotes era indispensable para obtener el certificado de curación, con el cual venía la reinserción familiar, social y religiosa. Ellos le hicieron caso y se pusieron en camino. Mientras iban caminando, uno se dio cuenta de que había sido curado. Al advertirlo, desanduvo su camino, vino a Jesús, se postró delante de él y le dijo con gran alegría: “Muchísimas gracias, Señor, muchísimas gracias”. Jesús, que además de perfecto Dios es también perfecto hombre, agradeció el detalle y lamentó las ausencias. “¿No eran diez los curados?, preguntó. Los otros ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”. Porque era samaritano, puntualiza san Lucas.

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Servidores y mensajeros de Dios

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

Muchos de vosotros, seguramente, habréis visitado la Exposición de las Edades del Hombre, que este año tiene lugar en nuestra Villa Ducal de Lerma, con el título de Angeli, porque versa precisamente sobre las múltiples y bellas manifestaciones artísticas de los ángeles. De ella ya he hablado en otras ocasiones, admirando la belleza de la iconografía cristiana que nos los presenta, unas veces en adoración y otras en acción, como seres que intermedian siempre en la relación de Dios con los hombres. Hoy quiero referirme a los ángeles desde la vivencia cristiana de esta realidad espiritual, ya que hemos celebrado recientemente las fiestas de los Santos Ángeles Custodios (el día 2 de octubre) y unos días antes (el 29 de septiembre) la de los Arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel, advocaciones muy presentes en múltiples parroquias y ermitas de nuestra diócesis burgalesa.

Los ángeles forman parte de un mundo misterioso para nosotros, difícil de abarcar, de objetivar y de formular con claridad, pero no son realidades fantásticas o mitológicas. Su existencia ha estado siempre presente a lo largo de la historia de la salvación como servidores y mensajeros de Dios. «Espíritus servidores, dice San Pablo, enviados en ayuda de los que han de heredar la salvación» (Heb 1,14). Con un lenguaje claro y sobrio la Iglesia enseña en su Catecismo que la vida humana está rodeada de la custodia e intercesión de los ángeles y que «la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición...» (nº 328).

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Evangelio del domingo, 6 de octubre de 2019

Es po­si­ble que se mue­va un mon­te por­que no­so­tros se lo di­ga­mos? ¿Es po­si­ble que lo ha­ga una mo­re­ra y se plan­te en el mar? Pues el evan­ge­lio de hoy ase­gu­ra: “Si tu­vie­rais fe co­mo un grano de mos­ta­za, di­ríais a esa mo­re­ra: ‘Arrán­ca­te y plán­ta­te en el mar’, y os obe­de­ce­ría”. Un grano de mos­ta­za es tan mi­núscu­lo, que ca­si es pre­ci­so ver­lo con mi­cros­co­pio pa­ra apre­ciar­lo. La fe que Je­sús nos exi­ge pa­ra ha­cer ver­da­de­ros mi­la­gros, pa­ra con­ver­tir en po­si­ble lo im­po­si­ble, bas­ta que sea ver­da­de­ra aun­que sea muy pe­que­ña. Los após­to­les lo ha­bían vis­to y lo ve­rían en re­pe­ti­das oca­sio­nes.

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Parroquia Sagrada Familia