Hoy se nos presenta a consideración la parábola del hijo pródigo, que mejor podríamos llamar del padre bondadoso. Dice al comienzo del evangelio que Jesús dijo esa parábola porque los fariseos y publicanos criticaban a Jesús por el hecho de que acogía con cariño a los pecadores, a los que lo eran de verdad y otros que sólo lo eran en la mente de aquellos fariseos. De hecho estos fariseos, que parecían buenos, porque cumplían externamente la ley, no lo eran para Jesús, ya que despreciaban a otros, que al final resultaban ser mejores que ellos.
Hay tres protagonistas en la parábola, que es una de las páginas más hermosas del evangelio. El hermano menor o hijo pródigo parece perverso. En realidad tiene mucho de atolondrado y se ve engañado por las apariencias de placeres mundanos. El hecho es que hace algo muy malo, que es el pedir la herencia, como desconfiando de su padre y se marcha lejos para gozar “a lo grande”. Allí despilfarra todo el dinero y cuando está en la mayor postración, que para un israelita era el cuidar cerdos, sin tener ni qué comer, piensa volver a su casa. Su arrepentimiento no era muy perfecto, ya que su decisión de volver no está motivada por el recuerdo de la bondad de su padre, sino por lo mal que lo está pasando. Hace un examen de conciencia (“volviendo en sí”) y prepara una fórmula de confesión, que luego diría a medias.
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La familia de Carlos amaba los animales. Eran los rescatadores del barrio. Si encontraban un pájaro herido, lo levantaban, lo curaban, y lo alimentaban hasta que pudiera volar. Si veían algún perro con hambre o enfermo, lo llevaban a su casa y, cuando se reponía, lo daban en adopción. Una noche, mientras regresaban a su casa, vieron tirado a un costado de la calle a un perrito. Pararon inmediatamente, lo envolvieron con una manta y buscaron una veterinaria a donde llevarlo. Alguien lo había atropellado y tenía una patita rota. La veterinaria lo curó, entablilló la patita y les dio las recomendaciones para que lo cuidaran.
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En este tiempo de Cuaresma, en que vamos caminando hacia la Pascua, la Iglesia nos propone varios textos en que se nos habla de conversión. Hoy nos dice Jesús que, al ver acontecimientos trágicos y que, en cierto modo, son misteriosos, debemos sacar provecho para nuestra conversión. Es el cambiar de mentalidad, es el acudir a Dios, que es nuestro Padre, y que es compasivo y misericordioso, como nos dice el salmo responsorial, y que por lo tanto está deseoso de darnos el abrazo de paz y de perdón.
Algunos le recordaron a Jesús cómo Pilatos había hecho matar a unos galileos en el momento de ofrecer sacrificios a Dios. No sabemos cuándo fue ni porqué motivo. Seguramente eran una especie de guerrilleros o terroristas, a los cuales se les seguía por algún levantamiento y Pilatos aprovechó el momento. Los que se lo recordaban a Jesús, querían saber su opinión. Para responderles, Jesús lo amplió con otro hecho, que fue una catástrofe natural, quizá un pequeño terremoto, pero que aún estaba en la mente de la gente. Lo primero que les dice Jesús a la gente, y nos lo dice a nosotros, es que sea que una catástrofe venga por motivos naturales o por alguna voluntad humana, no es un castigo de Dios contra aquellos que hayan hecho una maldad.
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Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)
El cristiano, decíamos el domingo pasado, ha de redescubrir su existencia en clave de vocación, como llamada y como respuesta; «una llamada de amor, dice el Papa Francisco, para amar y servir», siendo diversas las formas de vivir esta vocación. Hoy quisiera dedicar mi mensaje a la vocación política, al compromiso del cristiano en el ámbito de la política como tal. Deseo ofreceros esta breve reflexión después de algunos encuentros que la Iglesia de Burgos ha celebrado en los últimos meses y que han tenido este campo como objeto de su estudio o acción. El sábado pasado, el Consejo Pastoral Diocesano reflexionaba sobre la dimensión social de la fe y la urgencia de animar la presencia de los cristianos en la política. Hace unos días, la semana arciprestal de Gamonal se centraba en esta cuestión con gran éxito de presencia. Y hace un poco más de tiempo, el Departamento de Formación Sociopolítica tenía su habitual encuentro con políticos que reflexionaron sobre la política y la paz.
No hace falta comentar el desprestigio que el compromiso político tiene en la mayor parte de la población. Las encuestas del CIS plantean que los políticos y sus comportamientos se han convertido en un auténtico problema social que lastra incluso la vida democrática. Y todo ello, lo vivimos en la antesala de unas citas electorales que cambiarán el panorama político en los diferentes ámbitos municipales, provinciales, regionales, nacionales y europeos. ¿Qué podemos decir? ¿Qué podemos hacer?
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