29 Mar
29 Mar

De 10:00 h. a 10:30 h. Avda. Reyes Católicos y Avda. del Cid.
De 10:30 h. a 11:00 h. Fco. Martínez Varea, Sda.Familia y Urb. Jerez
De 13:00 h.a 13:30 h. José María de la Puentey Jerez
De 13:30 h. a 14:00 h. Doña Berenguela y Padre Aramburu.
De 14:30 h. a 15:00h. San Francisco y Villarcayo.
De 15:00 h. a 15:30 h. Sedano y Federico Olmeda.
De 15:30 h. a 16:00 h. Avda. Cantabria y Fco. Sarmiento.
De 16:00 h. a 17:00 h. León XIII y voluntarios.

29 Mar
Viernes Santo - Confesiones
29.03.2024 10:30 - 12:00

Iniciados en la Vida Pascual

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

En los primeros siglos de la vi­da de la Iglesia, la Vigilia Pas­cual y su desarrollo durante los cincuenta días siguientes era to­da una fiesta para los cristianos. Celebraban el mayor aconteci­miento: ¡Cristo, nuestra Pascua, ha resucitado! Pero profunda­mente unido a esta celebración, festejaban el hecho de que nue­vos miembros, que habían es­cuchado la buena nueva del Evangelio y habían recorrido el catecumenado, se incorpora­ban a la comunidad cristiana recibiendo el «gran sacramento de la nueva creación» para vivir la vida nueva y compartir su sa­via en la Iglesia y en el mundo.

No es casual que en nuestras comunidades este tiempo de Pascua sea tiempo de alegría y gozo, porque son muchas las familias que celebran el Bautis­mo de sus hijos; y en diversas parroquias se celebra también la Confirmación y las primeras Comuniones. Son estos los sa­cramentos de la iniciación cris­tiana.

Según expresa el Catecismo de la Iglesia Católica, «median­te los sacramentos de la inicia­ción cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de to­da la vida cristiana ... En efecto, los fieles renacidos en el Bau­tismo se fortalecen con el sa­cramento de la Confirmación, y, finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así... reci­ben cada vez con más abun­dancia los tesoros de la vida di­vina y avanzan oportunamente hacia la perfección de la cari­dad» (nº 1212).

Se trata de un proceso de iniciación en la fe que no ter­mina hasta que los niños lle­guen a entender en su juventud qué es ser discípulo de Jesús, y puedan vivir su fe libre y res­ponsablemente en la comuni­dad cristiana. Sé de vuestros es­fuerzos, padres, catequistas y sacerdotes, en las tareas que to­do esto implica. Ninguna es­cuela de fe es tan importante como la familia, pero también se necesita de la catequesis, de los educadores, de los sacerdo­tes, de la comunidad. Sé que hoy, cuando en nuestra socie­dad se respiran con frecuencia otros valores, no es fácil acom­pañar a nuestros niños y jóve­nes en su camino de crecimien­to en la fe; y que, a veces, cunde entre nosotros el desánimo. Pe­ro aun así y por ello mismo, os invito a situar esta tarea más en acoger, testimoniar y animar que en lamentar. Gracias a Dios y a todos vosotros nuestra Igle­sia de Burgos puede continuar la celebración pascual y la in­corporación de nuevos miem­bros que la van renovando y edificando.

A este importante quehacer en nuestra diócesis me refería al señalar una de las priorida­des ineludibles en mi reciente carta pastoral Para que tengan vida: «configurar comunidades iniciadoras -iniciadoras enla fe cristiana, con todo lo que con­lleva-, que sean capaces de aco­ger, de integrar, de ofrecer un espacio vital atractivo especial­mente para las nuevas genera­ciones, y también para los in­migrantes y para quienes, des­de la distancia, se acercan a nuestra vida eclesial». A pesar de las dificultades, nunca he­mos de olvidar que «el Resuci­tado sigue presente en la Igle­sia, en cada comunidad ecle­sial, por el poder del Espíritu». El Bautismo nos regala la Vida nueva (cf. Rom 6,4) que cura y restaura las heridas del pecado; la Eucaristía, sacramento de la caridad y medicina de la Vida inmortal, nos transforma en el Cuerpo de Cristo para que tam­bién nosotros podamos trans­formar el mundo desde dentro insertando la Vida nueva que nace del Amor.

Al haber sido iniciados en la fe, somos Iglesia, la familia de Dios en la que todos nos reco­nocemos como hermanos. To­dos juntos hemos recibido la misión de dar testimonio, de ofrecer esa experiencia de Vida nueva en Jesucristo y de anun­ciar a otros la alegría del Evan­gelio ¡Cuánto podemos aportar para cumplir como Iglesia la misión de enriquecer la vida de nuestro mundo, tan cargado a la vez de logros magníficos y de crueldades inaceptables! Cada bautizado es piedra viva del templo que el Espíritu va cons­truyendo en la historia huma­na (cf. 1Pe2,5). La Iglesia no es para sí misma. ¡Qué hermoso es pensar que, viviendo real­mente como Iglesia, estamos construyendo un mundo me­jor, como humanidad renova­da, también en nuestra socie­dad burgalesa!

Ojalá experimentemos el gozo de los iniciados en la Vida pascual, renovemos nuestra vi­da creyente y vayamos constru­yendo entre todos una Iglesia de discípulos misioneros. Para ello necesitamos alimentarnos de la escucha de la Palabra de Dios, que es «espíritu y vida» (cf. Sal 18), y de la celebración de los sacramentos, especialmen­te de la Eucaristía, «pan de vi­da» (cf. Jn 6,33) o «medicina de vida», que se traduce en obras de caridad, y en la entrega de la propia vida en favor de todos.

Os invito por ello a dar gra­cias a Dios. Nosotros, como bautizados, confirmados y ali­mentados con el Pan de la Eu­caristía, hemos de transmitir la alegría de la resurrección, que lleva consecuentemente a la ac­ción de gracias y a la evangeli­zación.

Parroquia Sagrada Familia