Evangelio del Domingo, 13 de Septiembre de 2015

Estamos en el camino de Cesarea de Filipo, en la parte noreste de Galilea. Jesús se dirige allí acompañado de sus discípulos. En un momento del camino se detiene y les formula esta gran pregunta: “¿Quién dice la gente que soy Yo”. Ellos le responden: para unos, Juan Bautista; para otros, Elías; para otros, un gran profeta. Jesús no se queda satisfecho y les formula otra pregunta, más personal: “¿Para vosotros, quién soy yo?”. Pedro responde: “el Mesías”. Jesús aprueba la respuesta: Sí, él es el Mesías. Pero no el que espera la gente, pues ésta esperaba un Mesías que provocase una insurrección para tomar el poder y liberar al pueblo judío por la fuerza de las armas.

En línea con lo que ya habían anunciado los profetas, sobre todo Isaías al hablar del “Siervo de Yahvé”, Jesús afirma que es un Mesías que debe sufrir mucho, ser rechazado y ser ejecutado, si bien al tercer día resucitará. Pedro no comparte esta idea y le recrimina: “No puede ser”. Jesús se vuelve a Pedro y le dice una de las palabras más duras que aparecen en el Evangelio: “Apártate de mí; tú piensas como los hombres, no como Dios”.

En efecto, el proyecto de Dios sobre el Mesías era que sufriera una pasión muy dolorosa y muy humillante, pero que tendría unos efectos enormemente positivos, pues salvaría del poder del pecado y sus consecuencias a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Tras este anuncio, Jesús da una enseñanza general para cuantos quieran llegar a ser discípulos suyos: “Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame”. Son palabras muy claras y que acaban con todas las ilusiones de los que quieren ser discípulos de Jesús para satisfacer sus aspiraciones humanas de triunfo, de éxito, de dominio. No. Seguir a Jesús es ir por la senda del servicio y del amor, no por la del egoísmo: “Quien se empeñe en salvar su vida, la perderá y quien la pierda por mí y el evangelio, la encontrará”.

Lecciones muy serias y muy comprometidas. ¿Quién es para nosotros Jesús? ¿Por qué camino queremos seguirle? ¿Tendría que reprendernos, como reprendió a Pedro?

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,27-35):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos:

«¿Quién dice la gente que soy yo?»

Ellos le contestaron:

«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy?»

Pedro le contestó:

«Tú eres el Mesías.»

Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.»

Se lo explicaba con toda claridad.

Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro:

«¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»

Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo:

«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

Parroquia Sagrada Familia