Evangelio del Domingo, 18 de Septiembre de 2016

El evangelio de hoy es una parábola sobre la corrupción. Mejor dicho, sobre la ac­titud de un corrupto. El caso está descrito en tres actos y una conclusión.

El primer acto es muy claro: un administrador es acu­sado de defraudar y su amo le cesa en el car­go. El acto segundo es una especie soliloquio que mantiene el despedido consigo mismo sobre su futuro: "para cavar no ten­go fuerzas; pedir limosna me da vergüenza". El tercer acto es la solución a la que llega: como todavía tengo poder, voy a ganarme amigos para cuando me despidan definiti­vamente. Y se pone manos a la obra. Llama a uno que debía cien barriles de aceite y le di­ce que rompa ese recibo y firme otro en el que diga que debe cincuenta. A otro que de­bía cien fanegas de trigo, le dijo lo mismo y le propuso que firmara un recibo de ochenta. La conclusión es desconcertante: "el due­ño alabó al administrador".

¿Quiere decir que Jesús ababa la corrupción y los desfal­cos? En modo alguno. Lo que Jesús alaba no es el mal comportamiento del administrador sino su sagacidad y celeridad para re­solver su futuro. La enseñanza de Jesús es ésta: sus discípulos tenemos que tener la misma sagacidad para las cosas buenas que tuvo este administrador para las malas. De hecho, añadió este ejemplo: "ganaos ami­gos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas".

No cabe duda que el dinero se presta a la injusticia, al egoísmo, al despilfarro y a tantas cosas malas. No es malo en sí mismo, pero lleva consigo peligros serios. ¿Cómo proceder con él con la misma astucia y sa­gacidad que el administrador? Dándoselo a los pobres y necesitados. Lo que damos a los pobres y necesitados, se lo damos al mis­mo Cristo. Si ahora procedemos así, cuan­do llegue el momento en que Cristo venga a juzgarnos, nos abrirá las puertas del cielo.

¡Eso sí que es proceder con sagacidad, pre­veer el futuro de verdad y hacer negocio! Y quien dice "dinero" puede decir talentos, cualidades, habilidades, etc. Dar esto a los demás por amor a Jesucristo es allanar el camino del cielo. ¡Lástima que los hijos de este mundo son, tantas veces, más sagaces que nosotros!

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo:

Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»

Parroquia Sagrada Familia